Los veraneantes venían buscando un ambiente tranquilo y sano.
En la fotografía, pescando en la orilla del embalse.
(Fotografía: Luis Escobar, 1890)
En la última década del siglo XIX el pueblo estaba constituido por 100 casas repartidas en dos barrios situados a ambos lados de la iglesia. Los veraneantes, que llegaron con el ferrocarril, se instalaron en colonia junto a la carretera, camino de la estación.
Los primeros llegaron a Collado Mediano en 1895, en un viaje en que la carbonilla y el humo eran los acompañantes siempre presentes. El primer hotel, (en aquella época se llamaban así a lo que hoy denominamos "chalets"), fue el de Villa Paca, junto a la vía. Su dueña se llamaba Bárbara y de ahí el nombre de la fuente de al lado, el caño Barbarita.
Al principio fueron poco numerosos. En 1915 componían la colonia 15 hoteles. Fueron perfectamente aceptados por los vecinos del pueblo, de forma que no había diferencia de trato entre los de aquí y los de fuera. Quizá eso haya sido uno de los puntos de atracción más importantes. Muchos de los visitantes venían a curarse de sus enfermedades, buscando un ambiente tranquilo y sano. Así lo pone de manifiesto los versos que don Álvaro Fernández escribió en 1898:
DE REGRESO
—¡Adiós, amigo Jimeno!
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No vaya a veranear |
Cogí la maleta al punto; |
Los hoteles más antiguos son los de las Eras, Villa Edén, los de Cantó en el Ramiro, los del Gato Pelao, el de Blanco, Marsá, Los Tilos, y otros como Cara al Mar. A partir de 1930 la colonia de hotelitos crecería considerablemente.